1.4.11

Sé que gozas y me gusta.

Como una quinceañera, él decía sentirse,
Entrepierna húmeda y rubor ardiente.
Sus ojos no miraban otra cosa,
Que aquel puñado súbito de ideas.

Hacer el amor con la letra gustaba,
Releyendo las frases en silencio,
Y mientras su pasión se despertaba,
Ella en su ingenio se regocijaba.

Tenerle ahí alelado era su juego,
Pensando siempre que lo controlaba,
Y las tardes enteras se gastaban
Tirando de una cuerda imaginaria.

Y una ocasión él no estuvo presente,
Y a otra se le unieron más ausencias.
Y entonces… un día, él quiso conocerla;
Pero ella se negaba, perniciosa.

No sabe aún si era un temor fundado,
Su obsesión era no decepcionarlo.
¿Al conocerse acabaría el encanto?
¿Y si él salía por piernas disparado?

Ya no hay lecturas sucias en pantalla.
Ni raudos remolinos en el vientre.
Se detuvo la rueda en que giraron,
Sus mutuas sensaciones-perversiones.

Sabor, es lo que quedará entre ellos,
El que a cada uno el otro ha despertado.
Pero unidos estarán en sus recuerdos,
Por un lascivo y lúbrico pasado.